2022 / Sound installation
El árbol que cae
Sound intervention, cluster of 3 installations
Centro Cultural Recoleta, Buenos Aires, Argentina
2018
Aditional sound design: Miguel Garutti, Cecilia Castro and Kevin Herzog.
¿Te diste cuenta de que el sonido es imparable?
Mientras tengas los sensores, vas a oír. Pero ¿cuánto de todo lo que oís, escuchás?
¿Sabés cómo suena tu día a día? ¿Cómo suenan los espacios que visitás?
¿Cuánto sonás vos y cómo eso afecta al mundo que compartís con los demás?
Podcast realizado para el Día internacional de la escucha en Radio CASo. (Argr.
Did you realize that sound is unstoppable?
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As long as you have the sensors, you will hear.
But how much of everything you hear, do you listen to?
Do you know how your day- to-day sounds? How do the spaces you visit sound?
How much do you sound and how that affects the world you share with others?
If a tree falls in the forest and no one is around to hear it, does it make a sound? This well-known philosophical question echoes in the title of The falling tree. The physical answer is yes: as long as there is disturbance of a medium, in an audible range, there will be sound. Even without the presence of a biological hearing system, a sensor, such as a microphone connected to a recording system could corroborate the claim. However, this experiment is not enough to ensure that what sounds is heard as sound.
Because listening is not the same as hearing. The sound pressure reaches the ears, yes, all the time, what´s more, because there are no eyelids for the ears. But whether that is sound, noise, music or art is not something that is characteristic of the phenomenon. There must be someone who, in addition to having the sensors, attributes a meaning to what is perceived. Someone who, through listening, exercises their way of living in the world, their way of categorizing, valuing and prioritizing the events that surround them and in which they participate.
The Falling Tree invites us to become aware of the sound dimension and to reflect on the social mechanisms that mediate listening and foster the consideration of what sounds as natural or artificial, desirable or undesirable, sound or noise. Conceived as a walk organized in parts, it is made up of three site-specific sound installations on the terrace and corridors of the Cultural Center: Hyperstimulus, Totem and Listeners.
In turn, the intervention is part of the thematic exhibition «Inhabitants, visitors» that, during September and October, proposes to review the relationship of humans with Planet Earth in terms of coexistence with the environment through various activities.
Instead of celebrating nature as something that must be cared for solely as opposed to the human or social, The Falling Tree focuses on the idea that these poles are inseparable. That which is human is nature too. And listening to him, his artifact, the mediation of symbolic technology, which connects him with the environment as much as the environment models him.
What is noise and what is not, what is heard and what is ignored, are the reflections that the work wants to leave open. It is that perhaps, taking an «ecological» attitude towards the sonic environment is nothing more than recognizing the responsibility of listening: listening can produce sound, as much as it can mute.
El árbol que cae
Si un árbol cae en el bosque y no hay nadie para oírlo ¿hay sonido? Este conocido interrogante filosófico resuena en el título de El árbol que cae. La respuesta física es afirmativa: mientras haya perturbación de un medio, en un rango audible, habrá sonido. Aún sin la presencia de un sistema auditivo biológico, un sensor como un micrófono conectado a un sistema de registro podría corroborar la afirmación. Sin embargo, ese experimento no alcanza para asegurar que lo que suena sea escuchado como sonido.
Porque escuchar no es lo mismo que oír. La presión sonora llega a los oídos, sí, todo el tiempo además, porque no hay párpados para las orejas. Pero que eso sea sonido, ruido, música o arte no es algo propio del fenómeno. Debe haber alguien que, además de tener los sensores, atribuya un sentido a lo percibido. Alguien que, a través de su escucha, ponga en ejercicio su modo de vivir en el mundo, su modo de categorizar, valorar y jerarquizar los eventos que lo rodean y de los que participa.
El árbol que cae invita a tomar conciencia de la dimensión sonora y a reflexionar sobre los mecanismos sociales que median la escucha y propician la consideración de lo que suena como natural o artificial, deseable o indeseable, sonido o ruido. Pensada como un recorrido en partes, se compone por tres instalaciones sonoras de sitio específico en la terraza y recova del Centro Cultural: Hiperestímulo, Tótem y Escuchadores.
A su vez, la intervención se enmarca en la muestra temática “Habitantes, visitantes” que, durante septiembre y octubre, propone revisar la relación de los humanos con el planeta tierra en términos de convivencia con el medioambiente a través de diversas actividades.
El árbol que cae en vez de celebrar la naturaleza como algo que hay que cuidar por la sola oposición a lo humano o social, se concentra en la idea de que esos polos son indisociables. El humano es naturaleza también. Y su escucha, artefacto, mediación de simbólica tecnología, que lo conecta con el medioambiente tanto como el medioambiente lo modela.
Qué es ruido y qué no, qué es escuchado y qué es ignorado, son las reflexiones que la obra quiere dejar abiertas. Es que quizás, tomar una actitud “ecológica” frente al medioambiente sónico no sea más que reconocer la responsabilidad del escuchar: la escucha puede producir sonido, tanto como puede enmudecer.
Hyperstimulus is a piece for eleven speakers (10.1) hanging from the ceiling of the arcade. Human, non-human and hybrid sound situations are evoked to temporarily remodel the access to the right wing of the Cultural Center. This composition, which could also have been called «world music», unfolds in space and draws attention to the total repertoire of noises and sounds that saturate our environment.
Among what sounds there are own field recordings, trips, scenarios and lived moments. Miguel worked hand in hand with me in the development of this piece, providing his sound archive and his compositional criteria. Kevin also helped by generating material at an early stage.
Totem emerges from the historic ruins of the Asylum as a symbol of contemporary (or post-industrial) humans and their ways of inhabiting the environment. It is true that any sound can be considered contamination or be worshiped as significant. This piece tries to stop in this tension. Objectively it is imposed, from the accumulation of speakers stacked one on top of the other. However, what it sounds like is imperceptible most of the time – low frequencies, drones or colored silences – until it is interrupted. The interruptions rhythmically synthesize the thunder and its lack. Like the refrigerator effect, which we only attend to when it stops, Tótem once again reflects on the need to differentiate hearing from listening.
In this piece I worked together with Ceci Castro, who composed the imposing interruptions of my drones.
Listeners are devices that invite the viewer to bring their ear closer and listen through. The horns focus listening and filter -according to their morphology- sounds that characterize the aural environment of the Cultural Center. They are like viewfinders, markers, for a less ocular world. Where you thought there was no sound, noise, sound art…
The bugles are a rescue from the trousseau of Savasta Sound.
Sobre las instalaciones
Hiperestímulo es una pieza para once parlantes (10.1) colgados del techo de la recova. Situaciones sonoras humanas, no humanas e híbridas son evocadas para remodelar temporalmente el acceso al ala derecha del Centro Cultural. Esta composición, que también se podría haber llamado “world music”, se despliega en el espacio y dirige la atención sobre el repertorio total de los ruidos y sonidos que saturan nuestro entorno.
Entre lo que suena hay grabaciones de campo propias, viajes, escenarios y momentos vividos. Miguel trabajó mano a mano conmigo en el desarrollo de esta pieza aportando su archivo sonoro y su criterio compositivo. Kevin también colaboró generando material en una etapa inicial.
Tótem emerge de las ruinas históricas del Asilo como símbolo del humano contemporáneo (o pos industrial) y sus modos de habitar el medioambiente. Cierto es que cualquier sonido puede ser considerado contaminación o ser adorado como significante. Esta pieza procura pararse en esta tensión. Objetualmente se impone, a partir de la acumulación de parlantes apilados uno arriba de otro. Sin embargo, lo que suena es imperceptible la mayoría del tiempo -frecuencias bajas, drones o silencios coloreados- hasta que se interrumpe. Las interrupciones sintetizan rítmicamente el estruendo y su falta. Como el efecto heladera, que solo atendemos cuando se detiene, Tótem vuelve a reflexionar sobre la necesidad de diferenciar el oír del escuchar.
En esta pieza trabajé junto a Ceci Castro, quien compuso las imponentes interrupciones de mis drones.
Los Escuchadores son dispositivos que invitan al espectador a acercar su oreja y escuchar a través. Las cornetas focalizan la escucha y filtran –de acuerdo a su morfología- sonidos que caracterizan el entorno aural del Centro Cultural. Son como visores, señalizadores, para un mundo menos ocular. Donde pensabas que no había sonido, ruido, arte sonoro…
Las cornetas son un rescate del ajuar de Savasta Sonido.
El árbol que cae
Intervención sonora por Mene Savasta
Centro Cultural Recoleta – Buenos Aires – Argentina
del 12/9/18 al 31/10/18
Créditos y colaboraciones:
Miguel Garutti: música funcional en Hiperestímulo
Cecilia Castro: construcción de destrucciones en Tótem
Kevin Herzog: edificación de situaciones sonoras para Hiperestímulo
Alejandro Suárez Pryjmaczuk, Elías Segovia, Nicolás Saganías y Facundo Suasnabar: montaje en Hiperestímulo y Tótem
Santiago Rey: realización para Escuchadores
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